La lujuria es un pecado capital, es el afecto desordenado hacia la sexualidad, la cual Dios creó para nuestro gozo y disfrute, pero no desenfrenadamente. La virtud que se le opone es la castidad, que no es sólo para religiosos o sea curas y monjas, sino para toda la sociedad sean solteros o casados. Los solteros lo mismo que los homosexuales deben practicarla. Los casados pueden ponerse de acuerdo con su pareja en no tener relaciones sexuales, por una semana o un mes, etc. para hacer ver que el Señor de la sexualidad es Jesús, como de todas las cosas.Gracias Señor por proteger mi sexualidad con mi castidad que entregué a Tí.
ADRIÁN PRUNOTTO
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