La muerte de un ser querido, padre, madre e hijos, nos cambia para siempre, nos empuja a ver la realidad con otros ojos, nos pone en estado de alerta, nos desgasta física y psíquicamente y sino creemos en Dios, nos puede llevar hasta la enfermedad o la muerte misma.
Para los que creen en Dios, es algo dolorosísimo, pero es un paso, un paso hacia la Eternidad del difunto, es cierto que cercano a la defunción, cuando ésta recién acontece, produce lo mismo que en la primera parte, pero con fe, Dios se abaja a nosotros y nos consuela para que no nos enfermemos ni perdamos la vida.
Gracias Señor por consolarnos y acompañarnos en esto tan doloroso, gracias.
Adrián Prunotto
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