Dios nos dió a los hombres dos oídos y una boca, pero por el uso que le damos parece que no. Porqué nos cuesta tanto, escuchar a las personas, a nuestros semejantes, no sólo sus palabras sino también sus gestos, gestos, miradas y silencios que no le damos importancia, y a lo mejor se está muriendo de hambre al lado nuestro.
Pidamos al Señor la gracia del don de la escucha constructiva.
Bienaventurados los que saben escuchar a los demás y los ayudan, así ellos serán escuchados y ayudados por Dios.
Señor dáme el Don de oír a mi prójimo, te lo pido en el Nombre de Tú Hijo Jesús y por la poderosa intercesión de María Santísima, la Amadísima Esposa del Espíritu Santo. Amén.
ADRIÁN PRUNOTTO
Me gusta la refleccion y la oracion muy bonita.
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