Estimados, queridos hermanas y hermanos, siempre en esta tierra el sufrimiento nos rodea, pero debemos aceptarlo, como lo aceptó María, no nos rebelemos contra el dolor, que es lo más humano, pero nosotros somos Cristianos, nos refugiemos en la Santísima Madre de Dios y ella con sus siete espadas clavadas en su Corazón Misericordioso, nos dará la fuerza necesaria para enfrentar cualquier dolor, inclusive el de un familiar cercano. María posee todos los dones y se los dá a quienes se lo piden, como dice la Virgen de la Medalla Milagrosa, "aquellos rayos que están apagados de mis manos, son pedidos que ustedes no me hacen a Mí".
Oh Santísima Virgen María a Tí te entrego mi cruz de todos los días, acéptala y llévala a Jesús, Tú Hijo, para que el la cargue como nos prometió. Amén.
ADRIÁN PRUNOTTO
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